Hoy leí en un grupo de educación canina una publicación de una chica que acababa de adoptar un cachorro de 7 semanas que había sido encontrado abandonado.
La pobre estaba desesperada por qué el cachorro lloraba por la noche cuando le dejaba en “su habitación”.
Me encanta que la chica se preocupara por el bienestar del perrito y que pidiera ayuda!
Lo que me asustaron fueron las respuestas de algunas personas que yo llamo “adiestradores del parque”; los que no tienen formación adecuada para dar consejos, pero lo hacen igual, ya que llevan teniendo perro toda la vida y se creen aptos.
Pongo aquí algunas de las respuestas:
“…lloran solo las 3 o 4 primeras noches. Luego se adaptan…. Si lo llevas a tu habitación, en el futuro puede ser peor.”
“…ponle un despertador en la camita, el TIC TAC le va a sonar como el corazón de su madre y le tranquilizará…” (¿¿Qué estúpidos creemos que son los cachorros??)
“…ponle ropa tuya usada y una bolsa de agua caliente en su cama, le va a relajar…”

Las etapas del desarrollo del cachorro
Si sabemos un poco de las etapas del desarrollo neurológico del cachorro y su biología, sabemos que los cánidos salvajes y nuestros perros domésticos tienen una etapa en la que no están preparados para quedarse solos, sin sus hermanos de camada, y sin la madre. Para ellos, esa situación significa peligro de muerte, y su instinto les dice: “llora todo lo que puedas, para que mamá te encuentre y te lleve a la seguridad de la madriguera!”
En la vida de los cánidos salvajes pasa exactamente eso. La madre lo encuentra y lo protege. Si no lo encuentra la madre, seguramente se muera de hambre y sed, o será presa de otro depredador oportunista.
Ese chillido de puro miedo y estrés que emiten los cachorros, se ha formado mediante una selección genética de miles de años. El cachorro que no chilla, no será salvado, y no tendrá descendencia que no chilla en situaciones de peligro agudo.

¿¿Y los humanos soberbios, arrogantes y sabelotodos esperamos que un cachorro se acostumbre a la soledad y deje de chillar?? (en contra de unos estimados 300 mil años de evolución), por qué ya se dará cuenta él solito que la camita que le hemos puesto en la cocina, significa seguridad para él…
No!
No!
No!
La psicología
Lo que pasa esas noches en la cocina es lo que en psicología llamamos “indefensión aprendida”. Es un trauma muy profundo que acompañará al perro durante el resto de su vida.
El cachorro dejará de llorar. Se resignará. Aprenderá que – haga lo que haga – nadie le va a ayudar en su desolación. Pasará unas cuantas noches muy estresado (hablamos de estrés duradero – dañino – no el puntito de estrés que vive el cachorro salvaje antes de que le encuentre su madre y se lo lleve a un lugar seguro).
Criaremos un cachorro inseguro, asustadizo, tal vez reactivo de adulto. Tal vez manifieste ansiedad por separación cuando se haga mayor.
Muchas veces esas conductas no deseadas se intentan modificar con una gonodectomía en machos. La cual va a empeorar la situación, por qué creará un desequilibro hormonal desastroso.
Los cachorros – igual que los niños humanos – deben poder crecer en un entorno de seguridad, dónde el estrés será mínimo y manejable. Deben saber que siempre habrá alguien cerca, en cada momento de sus vidas, hasta que ellos mismos decidirán independizarse de nosotros.
Lo harán cuando estén biológicamente preparados, no cuando nosotros lo decidamos.
Será alrededor de los 5 a 6 meses de edad.
En una vida salvaje empezarían ahora a investigar el entorno de la madriguera, se irían un poco más lejos cada día, sabiendo que en cualquier momento pueden volver a la seguridad. Serán cada día más valientes, porque han aprendido a confiar en sus habilidades, protegidos y acompañados por sus responsables.

Las hormonas y su importancia en el desarrollo
Una hormona que les ayudará en ese viaje a la vida independiente, es la testosterona.
¿Nunca os habéis preguntado por qué durante la adolescencia, tenemos niveles exagerados de hormonas sexuales, haciéndonos la vida casi imposible?
Pues, aparte del desarrollo de los órganos sexuales, de los ligamentos, de las articulaciones, del crecimiento óseo, y de la reestructuración del cerebro, esas hormonas nos hacen independientes de nuestros padres.
(¿Os dais cuenta – leyendo esta frase – qué daño enorme hace una castración durante la adolescencia? Pero eso es un tema para otra entrada en el blog…)
Educación y socialización con cabeza y conocimiento

Si conseguimos acompañar a nuestro cachorro durante su infancia y su adolescencia de manera adecuada, sin traumas psicológicos ni físicos, casi seguro tendremos uno de los perros más equilibrados que hayamos conocido nunca.
Si no somos capaces de hacerlo, mejor adoptemos un perro un poco mayor, que ya sea capaz de quedarse solo, mientras nosotros salimos de casa.
Un cachorro debe dormir en nuestra habitación. Cerca. Si es posible, en nuestra cama, con contacto físico cuando lo busque.
Si eso no es posible (cómo lo era en mi caso), debe dormir al lado de la cama, y cuando esté inquieto, sentir la mano de su humano cerca, para poder acurrucarse.
Un beneficio de esto será que nos daremos cuenta cuando el cachorro se despierte de noche, y le podremos bajar a la calle para hacer sus necesidades en el sitio adecuado, premiarlo, y volver a la cama. Suele ser una o dos veces cada noche, durante una o dos semanas. Después, y si estamos atentos a sus necesidades durante el día, el perro habrá aprendido donde hacer sus necesidades.
Se independizará sólo. Con el tiempo decidirá querer dormir en otra habitación, o le podemos dejar su cama en la puerta de nuestra habitación, luego en el pasillo, cuando el perro nos señalice que está preparado para ello.
Aprenderá a quedarse sólo en un sitio, mientras nosotros nos movemos por casa, y – más adelante – mientras salimos de casa un ratito.
Le resultará fácil, porque cuando era más pequeño, no habrá conocido el abandono y el miedo que ese provoca.
Yo creo que es muchísimo más fácil adaptar nuestros intentos de educación al desarrollo personal del cachorro y a sus capacidades de seguirnos, que imponerle una educación basada en conceptos obsoletos e inventados por humanos.